Una noche de poesía y luna llena

Juan Enrique Gómez
Montegrande, Julio 2008























Pocas veces, por estos parajes, se tiene la oportunidad de presenciar un espectáculo tan notable como el efectuado el fin de semana que recién pasó. La reunión estaba programada a las 19.30, en el aula municipal destinada a estos efectos. Primera sorpresa, comenzó a la hora. Una presentación casi espectral, de una banda denominada Los amigos del Valle, que, en una delicadísima presentación, llenaron la atmósfera de sonidos y colores casi transparentes. El momento ideal para encontrarnos de frente a la voz de cuatro poetas de la región, leyendo sus propias obras y también poemas de connotados cuartoregioninos, como Braulio Arenas o Gabriela Mistral. La voz de cada uno se fue apagando, o disminuyendo, deberíamos decir, para contemplarse en el reflejo de aquel río, susurrante y generoso, pródigo en frescuras y aventuras del tipo que se quiera. Agustín Pereda, voz madura y zozobrante, como un río en pleno invierno, al compás del frío, de la soledad, del bosque. Cristián Felice, voz adolescente, temblorosa de los nervios, pero con acuciosidad de notas que se mezclan y resuenan con las horas. Lucía Cánobra, feliz descubrimiento, voz de claustros avezados y sutiles felonías que se cuentan al oído, como en un confesionario público, en donde todos somos cómplices eternos, y callamos, callamos para hacer de cuenta que no sabemos, y precisamente por eso no digo más. Por último Jazmín Deformes, seguramente un nombre para la ocasión –pido acá la excusa lógica-, que nos deleitó con versos enigmáticos, casi sin final, casi inexistentes. Algo de la tradición china, Hahn o el verso pulcro y ordenado. Luego de lo cual vinieron copas de buen vino y una conversación amena, para terminar colmando la montaña, y agitando brazos y pañuelos (aunque nadie tuviera uno), en señal de despedida amable y pronto reencuentro.

Noches como ésta son razón de sobra para continuar; nadie sabe muy bien en qué, pero continuar… Acaso en intentar un verso, acaso en escuchar, mirar, reír; acaso en caminar de noche junto al río sin otro pensamiento que el vacío…